Durante los últimos doscientos años la norma ha sido enviar a los niños al colegio para que sean educados allí. El sistema educativo es una de las instituciones más importantes de nuestra sociedad, hasta el punto de creer que es la única manera posible en la que una persona puede recibir una buena educación. Sin embargo, existen familias que deciden educar a sus hijos sin mandarlos al colegio, esto es una realidad y un fenómeno creciente. A pesar de que no es algo nuevo, por el contrario es lo más parecido a la manera de aprender de los seres humanos desde la antigüedad, todavía muchas personas se extrañan ante este tipo de educación. Eso es el homeschooling, educar a los hijos en casa, en familia, sin enviarlos al colegio
Para las familias que lo ponen en práctica, el homeschooling es una maravillosa posibilidad de permitir a los niños, esos seres que están en plena formación, aprender de otra manera, una en la que ellos son quienes deciden - si nosotros se los permitimos - qué, cómo, cuándo, dónde y en qué profundidad, aprender.
El comienzo del Homeschooling como un movimiento en Estados Unidos se remonta a la década de los setentas cuando el educador John Holt, desilusionado del aprendizaje convencional y las reformas a la escuela, se convirtió en una defensor público de la educación en casa. Él estaba convencido de que una educación centrada en el niño no podría conseguirse dentro de un modelo de escuela obligatoria. En 1977 Holt comenzó a publicar un periódico llamado “Creciendo sin escuela” (Growing without Schooling), para las familias que quería más información, ideas y apoyo en su labor de educar a sus hijos fuera de la escuela.
Para las familias que lo ponen en práctica, el homeschooling es una maravillosa posibilidad de permitir a los niños, esos seres que están en plena formación, aprender de otra manera, una en la que ellos son quienes deciden - si nosotros se los permitimos - qué, cómo, cuándo, dónde y en qué profundidad, aprender.
No existe una única manera de hacerlo, cada familia encuentra su propio estilo y este puede variar en el tiempo. Por eso no es posible diseñar un “manual de instrucciones” o enumerar una serie de pasos a seguir para educar así.
A pesar de que la traducción literal de homeschool es “escuela en casa”, el proceso no necesariamente se parece a una escuela y definitivamente no ocurre sólo dentro de la casa.
Algunas familias siguen un currículo o plan de estudios, otras no. Quienes lo hacen son en su mayoría familias que están comenzando y no conocen otro modelo diferente al tradicional. Quienes no lo hacen defienden que todos, especialmente los niños, tenemos diferentes intereses y que sólo lo que se aprende motivado por un interés es lo que se convierte en un aprendizaje significativo y permanente.
Se pueden tener horarios y rutinas, pero estos seguramente no se parecerán a los del colegio y es probable que cada día de la semana sea diferente. Incluso algunos se dan la libertad de permitir al niño decidir cada día las actividades que quiere realizar. En muchos casos son los ritmos propios de la familia los que definen las rutinas. ANUNCIO
La falta de reglamentación, que es vista por algunos como un problema y por otros como una ventaja, hace que no haya un procedimiento oficial que seguir, por lo tanto las familias son autónomas en muchos sentidos: horarios, contenidos, metodología, evaluación.
Los niños no están encerrados en casa todo el día únicamente con sus padres, pues las familias descubren y aprovechan las oportunidades de aprender que ofrece su entorno, barrio o ciudad. Muchas veces se pasa más tiempo fuera de casa que dentro de ella.
La socialización es una de las mayores preocupaciones de quienes oyen hablar del homeschooling, pues existe una convicción demasiado arraigada de que es dentro del colegio donde los niños aprenden a socializar. Esto es una gran equivocación y quien conoce al menos un niño que se educa en casa se da cuenta de inmediato. Al estar en contacto con personas de todas las edades en las actividades de la vida diaria, encuentros de juego con otras familias, talleres y clases, los niños aprenden a relacionarse de manera sana y tranquila, a comunicarse, a ayudar y pedir ayuda, a entender y respetar la diversidad, a resolver los conflictos, elementos todos de una adecuada socialización.
Otra gran duda es la legalidad de esta práctica, suele decirse que se encuentra en un vacío legal. La ley colombiana no menciona la educación en casa ni para regularla ni para prohibirla. Además encontramos que se habla de “educación obligatoria”, pero eso no es un problema pues es fácil demostrar que los niños y jóvenes de estas familias están recibiendo una educación de calidad. Sólo estarían por fuera de la ley si lo que esta pidiera fuera “escolarización obligatoria” pero no es así. La falta de reglamentación, que es vista por algunos como un problema y por otros como una ventaja, hace que no haya un procedimiento oficial que seguir, por lo tanto las familias son autónomas en muchos sentidos: horarios, contenidos, metodología, evaluación.
A la hora de entrar a la universidad todos necesitan cumplir con dos requisitos principales: el certificado de bachiller y la prueba Saber 11. Algunos acuden a colegios virtuales, otros se valen de los decretos que reglamentan las validaciones para obtener certificaciones año a año con colegios públicos, otros esperan a que los jóvenes tengan 18 años para validar el bachillerato ante el ICFES con la prueba Saber 11. De ninguna manera el educar a los hijos por fuera del colegio les niega la posibilidad de ingresar en una universidad si ese es su deseo.
Hay mucho más que decir de esta manera de educar que en poco tiempo se convierte en una forma de vivir en familia, mucho más gratificante y cercana y sobre todo más libre. Extiendo la invitación a leer, investigar, conversar con las familias, para acercarse más al tema superando las prevenciones y los estereotipos.